Cada vez que vuelvo de un largo viaje en avión, siempre me hago esta misma pregunta ¿Por qué pasamos tanto frío cuando volamos?. En vuelos cortos se nota menos, pero como sea un vuelo nocturno, parece que en cualquier momento van a aparecer pingüinos por el pasillo.
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A lo largo del avión hay situados varios sensores de temperatura y la tripulación puede ajustarlos entre 18ºC y 30ºC, aunque la temperatura normal es ponerla a 24ºC. Nunca se puede regular la misma temperatura en todo el avión. Por ejemplo, en la parte delantera o en los asientos al lado de las ventanillas siempre hará más frío. Pero además de estos pequeños detalles la clave de por qué pasamos tanto frío cuando volamos está en la presión. A ver si no me lío mucho con la explicación técnica.
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Los aviones suelen volar a una altitud de unos 10.000 metros, pero el interior de las cabinas no pueden estar a la presión correspondiente a esa altitud ya que habría una ausencia de oxígeno muy importante y moriríamos todos los viajeros. Las cabinas de los aviones siempre están presurizadas y se presurizan a las mismas condiciones que hay a una altitud de 2.000 metros. En estas circunstancias, la humedad relativa del aire es un 10% menor y la cantidad de oxígeno ronda el 75% menos que si lo comparamos a las condiciones de humedad y oxígeno en el aire al nivel del mar. Pero, lo que ocurre es que, esta sequedad en el ambiente y este pequeño déficit de oxígeno, hacen que nuestras defensas bajen y que seamos más sensibles al frío y enfermemos más fácilmente con un catarro o dolor de garganta.
Debido a esto, también saboreamos de distinta forma la comida en el avión, entre otras cosas.
No se si te habrá convencido la explicación del ¿por qué pasamos tanto frío cuando volamos?, pero, por si acaso, mete siempre en tu bolso de mano un jersey y un pañuelo, por lo que pudiera pasar.
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